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LENGUAJE IMPOSIBLE

El encierro del lenguaje cancela la trama de continuidad. Instala solo silencio

Lenguaje imposible pretende conjeturar, indagar sobre las fracturas que tiene nuestro lenguaje, que parece cerrarse para dejar de decir, si eso en algún momento es posible.

¿El silencio de nuestra contemplación puede callar?, ¿dejar de vacilar? ¿dejar de preguntarse?

La elección de las obras tiene que ver con ese proceso, en permanente construcción, cambios, pensamientos nuevos, como la cadencia de nuestro lenguaje, como el ritmo de quien escribe, como la singularidad de nuestra presión al dejar correr tinta sobre papel, como el latido de quien inscribe una anotación, como el sobre que se cerró y guardó para siempre las palabras sobre la carta que nos dejó de pertenecer.

Cada uno de nosotros piensa en palabras, parece disfrazarse de recuerdos, o de canciones, también de color. Por momentos silenciosos frente a un paisaje distante, ese rostro nuevo, o el acto violento al que no reconocemos porque se escapa de nuestro modo de decir.
El sueño que nos aleja de todo, momentáneamente para luego volver al ruido. Todo eso esconde nuestro pensamiento ligado a nuestro lenguaje, volvemos a hilar una letra a la otra, con más o menos tensión, como quien teje y suelta el hilo que se hace dentro de la urdimbre espesa de nuestra complejidad.

Lenguaje imposible juega con un recorrido que inicia pero encierra su salida, encapsula su discurso para que cada uno logre escapar de sí mismo.

Empieza liviano pero nos va encasillando el recorrido, y la salida será menos cómoda, no tendrá ni tanta luz, ni tanto aire. Se volverá espeso su devenir, se esconderá en los pliegues de cada mirada, se fatigará con el encierro y no volverá a soltarse.